Bastaría con ser un buen intérprete, pero intérprete de ojos, para leer el alma de Sebasthian, y así poder entender, porqué se encuentra preso en una celda. Aunque este tipo de intérpretes deben ser muy escasos, pues no hay ninguno de ellos en la gran prisión donde él se encuentra.
La historia de Sebasthian, no es la de un preso más, en una celda cualquiera. No ha cometido ningún crimen. Ni tampoco ningún hurto. Y nadie, de los que le han conocido, sabe que se haya preso.
Como decíamos, Sebasthian no ha cometido ningún crimen, que él recuerde, por lo menos, en esta vida. Tampoco sabe cuánto va a durar su condena. Y eso no hace más que añadir peso a su incertidumbre. Aunque todavía hay algo que le hace mantener la esperanza, y soñar, a veces, con un futuro fuera de la prisión. Ese algo, es no caer enfermo. Ya ha visto enfermar a algunos presos, y sabe que sin salud, quedar libre no tendría sentido, seria como salir de una prisión, para entrar en otra.
Así que, Sebasthian, pasa los días aferrándose a sus sueños de libertad y obsesionado con su salud. Y bajo la poca luz que alumbra su celda, pasa horas y horas, recordando tiempos que fueron mejores.
A veces, sólo a veces, en las pocas ocasiones en las que se le permite pasear por la prisión, aprovecha para acercarse a su »luga’r’ preferido. Allí, en la parte más alta de la prisión, puede asomarse, y por encima de un tejado, ver a lo lejos, diminuto, el exterior. Otras veces, se mezcla entre los presos, y hace todo lo posible por informarse de novedades del exterior. Quiere saber si sigue igual el lugar del que proviene, o si han cambiado en algo los lugares en los que estuvo y tanto añora.
Y después, se apresura en volver a su celda; pues cuando está con otros presos, el aire se vuelve viciado. Algunos de ellos incluso parecen cegados por la luz y el polvo del patio. Están como enloquecidos. De hecho, es habitual oírles decir, mientras pasan horas y horas andando de una punta a otra, lo orgullosos que están de su hermosa prisión, y lo deseosos que están de que llegue el »día libre». El »día libre», es cuando algunos presos tienen permiso para salir, y pasar el día en otra prisión. Esto Sebasthian no lo entiende muy bien, pues según él: -Pasar el día en otra prisión, no puede ser muy diferente a pasarlo en ésta.
Menuda locura. Sebasthian no envidia para nada ese día »libre». Mejor no pasearse mucho rato por la prisión, y volver a su oscura celda. Todavía no ha perdido la cuenta de cuántos años lleva ella. Aunque ya van siendo demasiados. Bajo el mismo techo. En el mismo camastro. Pero Sebasthian aguanta. Ha conocido techos mejores, pero también peores. Aquí no hay pulgas, bajo este techo no llueve y entre estas cuatro paredes algo come. Sebasthian conoce esa sensación de no saber dónde comerá mañana, o dónde dormirá cuando caiga la noche. Y por ello, valora lo que la prisión le ofrece. Aunque por otra parte…
Notas de Sebasthian.