Dar la razón como a los tontos: solución a la indiferencia de la mayoría.

¿Nunca os ha pasado tener que dar a alguien la razón, como a los tontos?

A mí me pasa constantemente, día tras día.

Una de las situaciones en la que me encuentro a menudo es: estar hablando con alguien, contándole cualquiera de las cosas del día a día, y a los dos minutos, o ya me están llevando la contraria, o antes de que acabe de hablar, me cortan la conversación, y se ponen a hablar de ellos, o de otro tema. Es como si nunca importara lo que digo yo. Como si lo único que importara es lo que dicen ellos.

Y es curioso, pues, a pesar de que muchísima gente me lo hace, yo nunca jamás recuerdo habérselo hecho a nadie. Solamente recuerdo haber cortado la conversación a alguien, cuando tenía prisa, porque perdía el bus y no podía pararme a hablar. Pero estar sentados o en pie, tranquilamente hablando, y dejar a alguien con la palabra en la boca, nunca lo hago. ¿Porqué voy a no dejar terminar una frase a alguien? Si estamos hablando, es porque nos conozcamos o no, hemos empezado una conversación precisamente para eso, para hablar, para comunicarnos. ¿Porqué dejar al otro con la palabra en la boca? ¿Tan poco importan los demás? ¿Tan importante es nuestro ego? Yo, yo, yo, y yo, sólo yo…

Y otra de las situaciones, con la que me he encontrado a lo largo de los años, es tener que lidiar con alguien, para responder cómo me encuentro, o cómo se encuentra tal o cual familiar, después de una enfermedad. Y, sí, he dicho »lidiar», pues no es la primera vez que la conversación se convierte en un bucle para ver quién ha estado más enfermo, si tú, o la persona que te ha preguntado por tu salud. Sólo falta entonces, que confieses que tuvo que venir la ambulancia, de lo grave que era, para que ellos te contesten: »-Pues yo he pasado una gripe horrible». (¡Como si una gripe se pudiese comparar a ser trasladado en ambulancia al hospital, y encima, poco ni lo cuentas!) Entonces, indignada, le preguntas eso de: »-Ah, ¿sí? ¿Y también acabaste en el hospital?». Y te responde: »-No, pero lo llevo fatal, con unos mocos, y una fiebre’!’. Y entonces tu sigues: »-Vaya, te habrás perdido las tardes en el café, y lo mismo de la fiebre hasta quedaste inconsciente como yo». Y entonces dicen: »-Ah no, al café si que voy cada tarde, pero oye, con unos dolores en el cuerpo! Qué gripe más horrible». Y entonces tú ya das por terminada la conversación. Tú casi te mueres, pero a la persona que te ha preguntado cómo estabas, ahora no sólo no le importa, sino que, sin ni siquiera preguntarte qué te pasó para que te llevasen al hospital, pretende repetirte, una y otra vez, que su gripe ha sido igual de grave que eso, o más. Es entonces cuando llega el momento de darle la razón como a los tontos y decir: »-Pues vaya gripe oye, lo habrás pasado fatal». Ahora, ya da igual lo que te sucedió. Una vez más no importa.

En serio, estoy convencida, que no todo el mundo es así. Aunque creo que sí lo es la gran mayoría. En mi caso, sólo con algunos familiares cercanos, y algún amigo, puedo hablar tranquilamente de la vida, sin dejarnos con la palabra en la boca, sin ironías, escuchando y siendo escuchada.

Me pregunto, si años atrás, más allá del nacimiento de mis abuelos, era así. ¿Es el hombre egocéntrico por naturaleza? ¿Ha ido aumentando el egocentrismo con los años? ¿Ha aumentado también el narcisismo? ¡Pues me niego a pensar que siempre haya sido de tal modo! Resulta frustrante. Aunque, si pienso en alguno de mis abuelos, creo que puedo decir que ellos también han actuado así más de una vez, aunque no recuerde exactamente en qué situaciones.

Y esto me hace recordar una conversación, en la que una persona me comentaba que, dudaba si su presencia, por eso que dicen de »la energía», provocaba que los demás nunca le tomasen en serio. Quizás también haya personas, que por su »energía» provoquen un repentino sentimiento de egocentrismo en los demás. ¿Os lo imagináis? Qué gracioso. Qué curioso, que estar enferma, perder un trabajo, no tener dinero, no poder comprar un piso, que te roben, no tener móvil por no poder pagarlo, conducir un coche viejo, dormir en un albergue … resulte envidioso para alguien y le provoque un ataque de egocentrismo repentino, por el cual, de repente, se pone más enfermo que tú, su trabajo es tan horrible que es peor que no tener trabajo, tener dinero para comer es un problema, tener un piso es peor que no tener techo fijo, tener un iphone y poder compartir la foto del nacimiento de tu hijo es un rollo, comprarse el cuarto coche es un gasto que te agota, dormir en una casa con jardín es peor que hacerlo en un albergue, pues tu casa es muy grande y cuesta mucho limpiarla!

¿En serio?

Un pensamiento en “Dar la razón como a los tontos: solución a la indiferencia de la mayoría.

  1. No se que quieres hacerle…tu sabes bien lo que hay, por eso lo has escrito, la gente es asi, yo me vuelvo cada dia mas malo, cada vez me importan menos las personas, prefiero estar solo..

Deja tu comentario aqui ^.^ Leave your comment here